lunes, 25 de octubre de 2010

El Doctor C, el “conversao” y el color de las buenas intenciones.




Como todo aquel que se respete, yo también tengo mi terapeuta. El Doctor C, o cariñosamente “ el  locólogo “ , como me gusta llamarle, ha hecho que mis sesiones de terapia sean una verdadera experiencia.  A todo el mundo le recomiendo que se busquen su Doctor C, ( el mío No lo presto ), y es que, en más de una ocasión me he oído diciendo en voz alta, las cosas que muy adentro pensaba en voz baja, ante su mirada socarrona.

Y hablo de mi terapia, que para mi es algo muy íntimo, porque, en nuestra última sesión, pasó algo que me puso a pensar.  Y no niego que normalmente siempre las sesiones me pongan a pensar, pero, ésta en especial, y ya verás por qué, como que me retorció un par de neuronas.

Y aquí va la historia..justo en el proceso de reinvención por el que  estoy atravesando, ( tú sabes, ese mismo que implica dieta, gym, y uno que otro libro de Osho para la limpieza espiritual…ok, dejémonos de pendejadas,  que eso de
 “ reinvención” es un título bonito para la puta crisis de los 39), conocí a alguien que, para decirlo de alguna manera..me turbó. Una persona que se presentaba como alguien , en pocas palabras, increíble, con un equipaje emocional muy parecido al mío, y ante  cuyas opiniones sobre los temas más variados ( desde los derechos humanos , Bjork, y otras cosas aún más trascendentales ), me encontraba, de repente, moviendo la cabeza afirmativamente.

 En fin, una especie de camarada, un hermanito chiquito grande, un más-que-primo-postizo con el que tenía mil cosas en común, y quien , al mismo tiempo, demostraba mi tesis de que #1 hay cosas que se caen de la mata , y #2..yo podía estar loco, pero no era el único.

Todo iba bien hasta que llegó el día que me dijo que quería hablar conmigo.  Y ni siquiera me lo dijo , en realidad creo que me lo envió por un txt.  Las semanas pasaban , y el “conversao” nunca se daba..hasta un sábado o domingo por la tarde, cuando , por fin, se dieron las circunstancias.

Lo que siguió ( la conversación ) no creo que valga la pena discutirla, pero la lección que me dejó sin dudas quiero compartirla.  Esta persona, de cuya nobleza jamás dudaré, básicamente me hizo sentir como si yo fuese un obstáculo, una piedra, un letrero de esos del ayuntamiento con la foto del “ alcaide” , la sombra de una mata de mango obstaculizando el sol en SU camino a la iluminación.
Una especie de eclipse “marrdito” sazonado con un azare color fundita kaki de colmado. Dicho de manera simple, me hizo sentir mal, de más, y mal de  más,   es decir PEOR.
Y aunque soy un fiel creyente de que la verdad a veces sale de los labios de los que nunca pensabas oirla, también creo que el infierno está lleno de buenas intenciones, disfrazadas de monjas que se llaman Sor Preocupación, Sor Consejo y Sor  Cuidado.
( Sor Prepucio, Sor Testículo y Sor Escroto las dejamos para otra historia ).

Pero aquí no acaba la historia. No.  Lo peor de todo fue tener que oír que a esta persona le preocupaba ( inserte risa aquí, por favor ) que hubiese algún tipo de atracción desde mi lado, porque , obviamente, en caso de haberla, no era correspondida.  Todo esto motivado por un comentario “ tirado al aire “  por alguien completamente ajeno a toda esta historia.

Después de un promedio de 45 minutos ejercitando mis neuronas sobre esto, y ante la mirada profunda del Doctor C, me escuché preguntándome  lo siguiente: ¿ Acaso yo también ando con una lista de PEROS para aquellos que se me acercan en plan amistoso? ¿ Acaso yo también he visto ( y previsto) que alguien, por equis o por erre, lejos de ser un amigo, se vislumbre como una traba, una especie de “ policía acostado emocional “ que me impediría seguir hacia delante?

Y entonces..TITUá..entendí.  Y fue como si la mano de Dios bajara de repente y matara un mosquito en mi nuca.. Yo no quiero ser amigo de alguien que me ponga condiciones. Y no es que esté mal poner condiciones..jamás.  Pero, poner condiciones es poner limitantes, y,  en este caso es más como una excusa para moldear, para ponerlo bonito, a la otra persona.  Y no es que piense que para ser amigos debemos de congeniar en todo, ( todo lo contrario, con más de la mitad de mis amigos no comparto opiniones ni pensares sobre ciertos tópicos ), pero sí pienso que es una cuestión de respeto.  Y respetar es dejar ser. Y a su vez, dejar ser es dejar vivir.

Y puedes vivir, y ser, y compartir con las mejores intenciones.

Y finalmente entendí que prefiero mil veces ser, y vivir tal como soy, y que las buenas acciones ( cuando son de verdad buenas) no se disfrazan de buenas intenciones sin cojones..ni mucho menos son de color kaki.

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