lunes, 20 de septiembre de 2010

La maestra de Snoopy y la paz mundial.



Son las 12.  Hay que comer.  Aún peor, hay que salir a comer. Y peor aún, tu carro está dañado, estás “ a pie”. Ya no hay escapatoria.  “Será comer algo rápido cerca del trabajo”, piensas, no si antes decirle a tus camaradas de trabajo, que hoy comes solo, que “ estás en ti”. 

 Planeas tu estrategia, dibujas los planos de tu ruta de escape mentalmente, te armas con tu ipod, te escabulles, huyes por las escaleras, como si tu vida dependiese de bajarlas en un tiempo record,  y sales a la calle, ya victorioso. Hasta ahora, vamos bien. 

Te sientas en una mesa medio alejada, tu sabes, estratégicamente situada entre dos columnas de manera que puedas ( por si acaso ) esquivar miradas y saludos. Y justo cuando empiezas a disfrutarlo ( ya pediste tu comida, ya te ha llegado tu botella de agua y Devendra suena en tu ipod ).. pasa.  Aparece la compañía, que, sin preguntarte, se sienta en tu mesa, y precisamente en el momento que te traen tu comida, ordena la suya. Solo para decirte después el típico “ ¡Ay Dios, yo ni te pregunté si tu querías comer solo!”. 

Y así empieza el desastre anunciado, y lo que prometía ser una comida íntima, tuya, para ti,  se vuelve una reunión de bocados y de opiniones discordes, de temas que ya te sabes de memoria, de cosas que preferirías mil veces no oir de nuevo.

Luego de casi una hora, lo que te queda es el sabor de otra comida llena de ausencias voluntarias, comentarios de mal gusto, negatividad, en fin , de pruebas a la tolerancia, y más que eso, a Tu tolerancia…Entonces, irremediablemente ahí viene la pregunta…Es que acaso nos volvemos menos tolerantes a medida que nos vamos haciendo mayores?

Pero, vamos a ponerlo claro..no es intolerancia a lo políticamente correcto..ni ser intolerante frente a los típicos clichés que inspiran esta conducta en los más mojigatos ( que de algo debe servirnos haber estudiado, ser “ artistas “ y tener TV por cable e internet, de por Dios!) sino, más bien ante una actitud que choca de frente ni siquiera con matices de  una actitud propia en concreto, más bien es estar en contra de la verborrea me-da-la-gana-ria de aquellos que piensan “ Yo digo lo que quiero, y lo que pienso, porque YO soy así”. 

 Entonces, acá la segunda pregunta…Es de líderes decir, apasionadamente, sin pelos en la lengua o en ningún otro sitio, lo que “de verdad” sienten? Soy más auténtico, menos falso, si de verdad escupo, sin contemplaciones, como toros de Pamplona, sin filtros, mis opiniones sin soltar el micrófono o pensar en que alrededor hay más gente? Porque, para cualquier entendedor, este desapego verbal, esta sinfonía discorde  que solo habla de MI, MI, MI pudiese, a primera intención, ser otra pose..una más cómoda y menos pretenciosa, pero que a la vez esconde ( como todas las poses que , a menudo, esconden algo )  aguas turbias.

En fin, y ya para cerrar, que nadie le da a nadie el poder de hablar o no hablar..pero tampoco le quita el derecho a escuchar o no..Que a veces, lejos de callar y otorgar, es mejor callar y ponerle MUTE a la cabeza, no pensar mucho y , simplemente, estar ahí sin estar.  Añorar tu ipod, ( ésa que guardaste en tu bolsillo, precisamente para no caer  pesado), y hacer el ejercicio de bautizar a tu compañía, sin importar género, como  la maestra de Carlitos, el de Snoopy, esa misma que sonaba como una corneta cuando hablaba en aquel concurso de deletreo. 


 Y así, todos en paz.  Hasta la maestra de Snoopy.